Boquitas salvadoreñas y música

Gastronomía de El Salvador:
Desde las más comunes: queso frito, chorizo, maní, pescadito, sopa de jaiba, patita de cerdo, chorizo, deditos de queso, ejotes, hongos al ajillo, enredos, corazón y ceviche de pescado.

Pasando por las exóticas: conchas rellenas, punches en alguashte, cabro, consomé de garrobo, arroz con calamares, corazón de palmito, conejo, aros de cebolla, paté de hígado y huevos de iguana.

Sin dejar de mencionar las autóctonas: aguacate, queso duro viejo, nachos con frijoles, sopa de frijoles blancos, jutes en alguashte, sopa de chipilin, cuajada y yuca con pepescas.

Terminando con las corrientes, pero siempre útiles: mango verde, hojas de jocote, tortrix y pepino con limón.

La boca es parte elemental en el arte de tomar;  tan importante como la temperatura de la cerveza, la música de fondo, la plática amena, la jarra congelada o el tamaño de las nalgas de la mesera. Son esos pequeños detalles los que hacen que compartir una mesa cervecera sea un rito de placeres inigualables en el fin de semana de cualquier salvadoreño.

No importa si el precio de la cerveza es mayor con boca, lo importante es el hecho de estar comiendo algo que complemente el sabor de la birra. Es un gusto casi psicológico, porque las porciones suelen ser minúsculas, pero complementan el ornato de la mesa junto al salero, la salsa perrin, el bote de chile, el cenicero y el servilletero.

No se concibe una mesera que no sea capaz de recitar de memoria la variedad de bocas que el chupadero ofrece. No importa si en cada mesa hay un menú, por que de todas formas si lo leés todo y escogés finalmente una, podés tener la seguridad que te van a decir que de esa no hay; por eso hemos aprendido que cada vez que se pide una cerveza se debe preguntar ¿qué  tiene de boca? . Además hay una especie de cábala o de fetichismo en escuchar el listado nuevamente con cada «cercha».

Los bares, discos y pubs sirven la cerveza sola y tal vez te ofrecen ‘una entrada’ o ‘algo para picar’, pero lo nuestro son los chupaderos con su variadad de bocas, con tajaditas de limón, servidas en platitos de barro o de plástico, todos con señales inequívocas de que en algún momento sirvieron también de ceniceros.

Hagamos prevalecer nuestra cultura y sigamos pidiendo bocas, de esta manera mantenemos vivas las tradiciones, tan importantes en la memoria histórica de los países. Además, que si el día siguiente se amanece con náuseas, calentura y dolor de cabeza, se puede recurrir a la tan trillada frase ‘me hicieron daño las bocas’.

Buenísimo, excelente.
Nada más faltan: los huevos de ‘godorniz’, costillita quemada, marañón japonés y delicatessen salvadoreñas como los menudos, sesos y criadillas.
Ahora, a disfrutar estas exquisiteses con el Grupo Melaao – Cerveza, salvadoreños con ritmo:

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