1. Hacer autostop es lo más fácil y lo más difícil en Irán
Es muy fácil parar un coche o, incluso, un autobús con pasajeros, porque los iraníes son «las mejores personas del mundo y siempre quieren ayudar», especialmente a un extranjero que visite el país, comparte su experiencia de viaje a la República Islámica un viajero en el portal mytravelaffairs.com.
Un iraní que recoge a un autoestopista puede llevarlo a su destino, incluso si este se encuentra a más de 100 kilómetros, a pesar de que en un principio el conductor tuviera solo intención de ir a la tienda más cercana. Eso es fácil que ocurra. Lo difícil es hacerles entender a los iraníes por qué el autosopista quiere viajar sin pagar teniendo dinero. Los iraníes creen que el viajero tiene problemas y tratan de ofrecerle todo tipo de ayuda, incluso dinero o llevarlo a la comisaría de Policía más cercana, ya que los agentes de la ley pueden resolver los problemas de un extranjero que se quedó sin dinero. La idea de que el autostop es una inmersión cultural y social es demasiado absurda para los iraníes como para aceptarla, indica el viajero.
Cabe mencionar que para parar un vehículo en Irán hay que levantar y agitar el brazo en lugar de cerrar la mano y señalar con el pulgar hacia arriba, como en Occidente, ya que en la cultura persa ese gesto tiene un significado obsceno.
2. Reglas del ‘taarof’
El ‘taarof’ son las reglas de etiqueta en Irán. Algunas de ellas pueden sorprender a los visitantes de otros países. Por ejemplo, si le invitan a cenar o le ofrecen cualquier tipo de ayuda, hay que rechazarla muchas veces antes de aceptarla. Esta norma se aplica incluso a la propuesta de tomar un té después de la cena. Y nadie le va a vender su mercancía en el mercado si no se lo pide al menos tres veces. Solo después de declinar la oferta sus intenciones se consideran serias y el negocio puede proceder a la siguiente etapa, indica ‘Business Insider’.
3. Bruscos cambios demográficos
Irán alcanzó las tasas más altas de crecimiento de la población en los años posteriores a la revolución islámica de 1979, cuando la tasa de natalidad en el país era de 3,6 hijos por una familia. Actualmente, esta cifra se ha reducido a 1,3 hijos por familia, una cifra comparable a la de países industrializados como Alemania. Paradójicamente, nunca antes en Irán habían vivido tantas personas en edad reproductiva: el 70% de los iraníes tienen menos de 35 años. La mayoría de ellos viven en las ciudades y cada vez más adoptan un estilo de vida urbano.
Ante la disminución de la tasa de natalidad, el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenéi, emitió un decreto para aumentar la población del país de los actuales 76 millones hasta 150 millones en 2050.
4. Sencillo pero con buen gusto
En la mayoría de los hogares iraníes no hay mesas ni sillas. Cuando los miembros de la familia comen o descansan se sientan sobre unos cojines especiales colocados en el suelo o sobre alfombras. Los iraníes han tejido hermosas alfombras durante más de dos milenios y medio. Al crear sus obras, los tejedores a menudo cometen deliberadamente pequeños ‘errores’ para mostrar que ‘nada puede ser perfecto excepto Dios’. Las alfombras iraníes son el segundo artículo más importante de exportación al mercado internacional.
5. Segundo país del mundo en operaciones de cambio de sexo
En Irán las operaciones de reasignación de sexo están permitidas tanto por la legislación como en el marco de las reglas religiosas. Como resultado de esta política, los cirujanos iraníes hacen más operaciones de cambio de sexo que los médicos de cualquier otro país a excepción de Tailandia.